Escrito por Virgilio Bermúdez Núñez (Zirándaro, Guerrero, 1943). Fundó el boletín de rescate El Churupitete, en 1977. Cofundador, prologuista y coordinador editorial de la Colección Canto a mi Tierra. Publicó en colectivo, asi como, de manera individual: Visita efimera, Estampas para el guacherio, Poesí…a … ngustia, entre otros. Forma parte del grupo fundador del periódico El sur.
Pedacería (A los peces que se fueron para siempre) Y ALLÁ VOY en triste madrugada con el alma desvestida, desplegada, para andar la pedregosa orilla de aquellos mis dos ríos, montando sobre sus playas vestidas en piel de arena de piedras pequeñas, de granos diminutos como poros abiertos de piel pétrea y morena.
Allí estoy, con mi corazón que tiene voz de semilla, metido entre el color de un domingo luminoso un pueblerino domingo mi corazón tan pequeño con su mirada sencilla que recoge los pedazos del paraíso perdido entre pequeños fragmentos de las fugases estrellas con el tatuaje del miedo a una bóveda celestial que revienta de luceros.
Y esto soy, con la esperanza quebrada, torcida, masticada, perdida, revolcada, hundida, retratada en la filosa cuchilla de la ilusión desmembrada, con la emoción mutilada, sorprendida, azorada, incomprendida, enmarañada.
Y todo termino con la muerte anunciada del pez tornasolado que abandona su brillo de esquirla de plata lanzada al infinito.
La espera culmino en el brillo metálico, argentado, del hueco último de la vida que se ha llenado con el pedazo de muerte que le había faltado para llenar la fosa negra enlutada e inerte.