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CAJITAS DE OLINALÁ “UN SUEÑO EN AROMA Y COLOR”

CAJITAS DE OLINALÁ UN SUEÑO EN AROMA Y COLOR

En esta perdida región, aproximadamente a 1 400m sobre el nivel del mar, hay un pequeño pueblo: Olinalá, que en cien kilómetros a la redonda no tiene cerca ni siquiera una población de 10 000 habitantes. Y sin embargo, el nombre de Olinalá es conocido nacional e internacionalmente; es la capital mexicana de la laca y el esgrafiado.

Ambos primores artesanales se enriquecen con una característica fundamental: la fragancia de la madera de lináloe, tan persistente que una caja hecha con esta madera conserva perfumado su interior durante varios años. Los artículos elaborados aquí son por lo general pequeñas cajas, cofrecillos, baúles o arcones, charolas y jícaras decoradas. Los colores tradicionales: verde, azul, negro y rojo; casi nunca se mezclan dos colores en un mismo diseño.

En cuanto al esgrafiado o rayado, llega a ser de tal finura y minuciosidad en algunos casos, que hacen evocar el trabajo chino antiguo. La semejanza no pasa de ser eso.

Las lacas de Olinalá son autóctonas y fueron mencionadas por cronistas hispanos desde mediados del siglo XVI, es decir, antes de que estableciera la ruta marítima de Oriente a América (“Nao de China”, 1565). Y hablando de tiempo, hay artesanos olinaltecos que disponen de semanas y meses limitados para producir, por entretenimiento, complicadas y muy elaboradas piezas.

Su aplicación detallada la da una especialista: Olinalá, Guerrero, pinta sobre piezas de madera como baúles, cajas, bules, guajes, tecomates.

Aquí se trabaja con la técnica muy antigua de rayado o recortado que consiste en aplicar sobre la pieza una pequeña capa de maque a base de chamate (aceite de chía), la mezcla de dos tierras (tlapezole) y pigmentos comerciales en polvo (pero en muchas ocasiones con pintura de cochinilla).

Una vez aplicado el chamate, sigue el tlapezole al que agregan color, y se bruñe.

Bien seca la pintura se aplica otra capa de color y se dibuja con la punta de una espina o aguja de acero los motivos, animales, flores y plantas; hecho esto se empieza a levantar la capa de maque que no tiene diseño, con la punta dura de una pluma de gallina y aparece el color que estaba cubierto.

Siguiendo el mismo proceso, se pueden agregar más colores. El nombre de este pueblo mágico es conocido nacional e internacionalmente; ya que es la capital mexicana de la laca y el esgrafiado.

La palabra Olinalá deriva de los vocablos nahuas ollín, movimiento, moverse o menearse (ollinia), y
lan, lugar de: “lugar de terremotos”o “todos temblaban”.

El doctor Leopoldo Viramontes, en su Cartilla de geografía del estado de Guerrero, 1983, 83 pp.,
señala que Olinalá deriva de tres palabras nahuas: olín, que significa movimiento, temblor, atl, agua
y tlan, cerca de: “cerca del agua que se mueve”.

La página 130 de la revista Catedral de septiembre de 1953 contiene la versión de que Olinalá viene
de Olinaltzin, nombre del poderoso rey del lugar, cuya presencia “hacía temblar a la misma tierra”,
y que derrotó a Temalak, otro rey cuya ciudad estaba a 1 km de distancia del primero.

En honor del vencedor se llamó Olinaltzin a este pueblo, cuyos habitantes le levantaron un sitio de
adoración. (El cerro del santuario, guardián de Olinalá, se llama Olinaltzin. Es Ollinalan, con el
sufijo reverencial).

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